Cómo el softbol universitario femenino ayudó a la recuperación de Puerto Rico

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Debido a la pandemia del COVID-19, la Liga Atlética Interuniversitaria de Puerto Rico anunció el 12 de marzo la suspensión de todos sus torneos y eventos en agenda. La decisión se hizo al unísono  con la declaración del estado de emergencia por parte de la gobernadora Wanda Vázquez Garced. Tres días después, el gobierno central de Puerto Rico implementó una política de encierro, luego de que los primeros casos sospechosos estar contagiados del virus surgieran en la isla.

Inicialmente, Vázquez Garced ordenó la “pausa” de todos los eventos deportivos hasta al menos el 31 de marzo. Sin embargo, ese mismo día entró en vigor una segunda orden ejecutiva que extendió el encierro por otras dos semanas. El lunes 13 de abril, la Liga Atlética Interuniversitaria oficialmente anunció que la temporada deportiva de este semestre queda cancelada y que todos los atletas afectados tendrán un año adicional de elegibilidad.

Un manto de incertidumbre domina la cotidianidad, pero también hay esperanza, y en Puerto Rico, ese optimismo se manifiesta a través del deporte.

El equipo femenino de softbol de UPR Río Piedras posando antes de un juego. (Foto de Robert Washao Acosta)

La isla se ha adaptado a desastres previamente. Hace tres años, el 20 de septiembre de 2017, el huracán María azotó Puerto Rico, impactando a su población, y devastando la infraestructura y economía por los próximos años. El día después de esa tormenta categoría 4, los cambios drásticos en el paisaje cultural de la isla fueron evidentes. Cuando la Universidad de Puerto Rico reanudó su semestre académico el 30 de octubre, muchos árboles habían sido arrancados de raíz, las aulas estaban destruidas y varias instalaciones deportivas se encontraban inoperantes. Los estudiantes-atletas temían que la temporada deportiva del 2017-2018 fuera cancelada y de esa forma se perdieran los múltiples sacrificios realizados en aras de representar a su universidad.

En ese momento,las atletas Glorisabel Hernández y Karilys Aguayo, lideraron a sus respectivas compañeras de dos recintos diferentes de la UPR, en los esfuerzos monumentales dirigidos a salvar la temporada de softbol universitario. Hernández forma parte de las Jerezanas en el Recinto de Río Piedras ubicado en la capital, mientras Aguayo pertenece a los equipos de baloncesto y softbol de las Búhas en Humacao, municipio de la región este, en donde se encuentra un recinto más pequeño de la universidad. A pesar de los retos impuestos por el huracán, ambas jóvenes reconocieron el valor del deporte como herramienta sanadora para aquellos estudiantes que experimentaron un evento traumático como María. Por tal razón, las dos jóvenes trabajaron para garantizar que la temporada pudiera llevarse a cabo.

“Desde hace aproximadamente tres años el deporte universitario ha ido mermando y su proceso de recuperación ha sido un poco arduo y lento”, explicó Aguayo, quien estudia Comunicaciones en el recinto de la UPR que sufrió los mayores daños, ya que  el centro del huracán María entró por el sureste, cerca de Humacao. “Algunas instituciones privadas y del sistema UPR no cumplen con los requisitos en su infraestructura, pero aún así los estudiantes atletas se comprometen a seguir sus entrenamientos y respectivas competencias”.

Ese compromiso se ha vuelto a poner a prueba en la era del COVID-19.

El deporte es una de las pocas expresiones en las cuales Puerto Rico es reconocido internacionalmente como una nación autónoma, a pesar del control político ejercido por el gobierno de los Estados Unidos sobre este territorio. Aún con las vicisitudes enfrentadas luego del huracán del 2017, actualmente el equipo nacional de softbol femenino de Puerto Rico está posicionado como el cuarto mejor en el mundo, según el ránking de la  Confederación Mundial de Béisbol y Softbol. Sin embargo, la novena puertorriqueña no consiguió clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio, luego de caer en un juego decisivo ante México (5to en el mundo) en el torneo clasificatorio celebrado en agosto de 2019.

El equipo de softbol femenino de The UPR Humacao se reúne antes del inicio del juego. (Foto de Alejandra Mattos / UPR Comunica)

La actual crisis de salud y la pausa en el deporte universitario le ha recordado a los estudiantes-atletas las experiencias vividas luego del huracán María. Ahora, usan esas lecciones de cara a la nueva crisis.

En San Juan, la recuperación posterior al huracán no fue fue vivida de la misma forma que en el resto de los municipios. Si bien la tormenta impactó y destruyó áreas alrededor de toda la isla, el tiempo de recuperación varió dependiendo de la región o la comunidad. Las sedes de las oficinas del gobierno central y la mayoría de los centros que ofrecen servicios esenciales están ubicados en la capital.

En el equipo de softbol tenemos varias jugadoras que son de municipios fuera del área metro, como Coamo y Utuado”, dijo Hernández. “Tuvieron pérdidas, muchas de ellas estaban acá en el área y sus padres en sus pueblos y no tenían comunicación. El equipo de softboll fue su familia, fue su refugio, que quizás muchas de nosotras éramos prepas (primer año), que no conocíamos, no teníamos muchas amistades, si venías de lejos, eras la única persona de tu escuela en venir a la universidad, a este recinto”. La integrante de las Jerezanas añadió que la universidad falló al no presentar opciones de residencia dentro del recinto. Por tal razón, aquellas jugadoras que no eran de la región metropolitana de San Juan tuvieron que invertir en hospedajes más costosos fuera del recinto.

Para el equipo de Humacao, la falta de una instalación oficial para jugar softbol las convirtió en nómadas dentro de su región. No obstante, esta limitación fue compensada con la solidaridad de las comunidades cercanas que permitieron el uso de sus instalaciones deportivas. Tal colaboración de los residentes del área muestra el sentido de pertenencia que las comunidades a menudo desarrollan hacia los equipos de las universidades vecinas. Ese tipo de solidaridad local se hace cada vez más indispensable en estos tiempos de incertidumbre y pandemia.

Aunque la temporada de deporte universitario del 2018 fue salvada, tanto Aguayo como Hernández no pudieron jugar en sus respectivos recintos. Como muchas instalaciones deportivas en la UPR, sus parques no eran seguros o estaban destruidos. Dos años y medio después del huracán, y en la víspera del encierro por el COVID-19, sus respectivos equipos todavía no podían jugar dentro de sus recintos. Hasta diciembre 2019, el sistema de la UPR solo había recibido 0.41% de los fondos de recuperación solicitados por la institución, según un reportaje publicado por el Centro de Periodismo Investigativo de Puerto Rico.

Hasta abril 2020, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias ha desembolsado US$5,557,742 en fondos de recuperación para Puerto Rico, dentro de la categoría de “parques, áreas recreativas y otras instalaciones”, representando solo un 4.25% de los más de US$130 millones a los que están obligados a invertir en este aspecto. La crisis del coronavirus amenaza con continuar retrasando estos fondos.

Glorisabel Hernández de UPR Río Piedras en acción durante un juego. (Foto de Robert Washao Acosta)

“Han sido muchos meses luchando por recibir un trato digno y por llevar una preparación física y mental a la altura para que de repente cuando todo ese esfuerzo y tiempo invertido parece estar dando fruto, volvamos a caer en esta incertidumbre, es algo difícil de digerir”, comentó Hernández, en referencia a la cancelación actual debido al COVID-19. “Aunque sea cuesta arriba, tengo la certeza de que volveremos pronto y demostraremos que no hay huracán, terremoto, crisis fiscal, austeridad o pandemia que nos haga renunciar a darlo todo en el terreno de juego”.

La misma esperanza que las inspiró a salvar la temporada 2017-2018 es actualmente una de las fuentes de inspiración en medio de la crisis global creada por el COVID-19.

“Por razones obvias no podemos salir de nuestros hogares y esto es preocupante a la hora definir nuestro rendimiento como atletas, pero no nos quita la inspiración como una familia a la hora de representar nuestro nivel competitivo en el terreno y encaminarnos al campeonato”, expresó Aguayo.

Para Hernández y Aguayo, el sacrificio siempre ha sido una parte importante del juego y vale oro cuando sus resultados son gratificantes. Ambas atletas aguardan la oportunidad de regresar al terreno del juego y enfrentarse, aunque ahora haya que esperar un año.

“Jugamos por esas tres letras en el pecho”, puntualizó Hernández.  

Rafael René Díaz Torres cubre los esfuerzos de recuperación relacionados al huracán María en Puerto Rico. Trabaja para el Centro de Periodismo Investigativo. Este artículo es parte de la serie “On the Ground” de Report for America, una iniciativa de The Ground Truth Project. Síganlo en Twitter: @rafaelrened.